domingo, 30 de junio de 2013

El vicio impune de la lectura

Vilma Fuentes

El azar es, acaso, el mejor de los guías. Apenas escrita y publicada aquí, en La Jornada Semanal, una crónica sobre Valéry Larbaud, apareció en estas páginas un texto de Hermann Bellinghausen consagrado al volumen Cómo hablar de libros que no se han leído, escrito por Pierre Bayard, donde hace el elogio del sutil arte de no leer.
Imposible no pensar, más por disociación que por asociación de ideas, en una de las mejores obras de Valéry Larbaud, cuyo título es en sí mismo una proclamación y un hallazgo: Este vicio impune, la lectura.
Lector excepcional, amoroso de libros, textos, páginas escritas, inéditas o publicadas, a semejanza de un drogadicto que por una nueva dosis está dispuesto al crimen, Larbaud reconoce que su pasión es un vicio, aunque, de inmediato, con la sonrisa de la inteligencia y la prudencia del hombre preocupado por su confort, acopla irónicamente a la palabra “vicio” la de “impune”.
Algunas civilizaciones, no todas, toleran ciertas perversiones. La lectura es una. “He sacado mucho provecho de ella, y sigo sacando”, dice Larbaud advirtiéndonos que caeríamos en un grosero error si no nos abandonamos a este vicio que procura exquisitos placeres.
Alfonso Reyes no se equivocaba. Su amistad con Larbaud reposa en un mutuo entendimiento, donde se reconocen de inmediato los adeptos, o los enfermos, según la mirada con que los ven los otros o la mirada de ellos sobre sí mismos cuando admiten que su pasión es un vicio.
Marcel Proust, lector voraz, escribió profundas páginas sobre esta voluptuosidad. Si hay sensualidad, en la civilización judeocristiana podría ser vicio. La sensualidad no es el primer mandamiento del decálogo. El erotismo estaría más bien colocado en la lista de los pecados capitales, al lado de la lujuria. ¿Un vicio la lectura? Sin duda. Se trata de un placer solitario. Una persona que goza a solas no puede negar que se satisface en secreto, lo cual también puede ocurrirle llevar a cabo con otro órgano para acceder a placeres aún más solitarios.
La soledad del lector no es total. Quien abre un libro y pasa las páginas olvidando el tiempo que pasa, ¿con quién se encuentra a solas? Solo, pero con un libro. Con palabras impresas en papel, o ahora en una pantalla. ¿Con quién se encuentra, dónde está? En ninguna parte. Fuera del tiempo, fuera del espacio, se halla en ese territorio que debería ser prohibido si no lo está ya: la lectura. ¿No lanza un desafío a las leyes de lo real? Pecado y transgresión supremos, más graves que comer la manzana ofrecida por la serpiente a la ávida curiosidad de la primera mujer, Eva, pronto seguidos por el primer hombre, Adán, dócil marido, a quien sus descendientes deben la expulsión del Paraíso.

domingo, 23 de junio de 2013

El burro y la noria

Desde muy pequeñito el burro aprendió que tenía que mover la noria. Y tenía que hacerlo sin parar. Si se detenía le llovían palos. Tenía entonces miedo y dolor. Sin darse cuenta se acostumbró a esa vida. Sus dueños calculaban que podía trabajar hasta unas 16 horas al día sin mayor detrimento de su salud. Le habían programado una vida útil de unos 10 años. Entonces, cuando su rendimiento decreciera sería vendido al matadero para que sus restos fueran convertidos en comida para mascotas. En realidad querían maximizar sus recursos. Pero el burro no sabía nada de esto y estaba contento. La comida era adecuada y terminaba tan cansado que en el tiempo que le quedaba no hacía más que dormir. Como no tenía nada que desear, no soñaba. Tampoco pensaba pues estaba íntegramente concentrado en su tarea. Y así pasaban los años dando vueltas y vueltas para mover la noria. 
Un día llovió tanto que el suelo estaba fangoso. De repente el burro se resbaló y se cayó. Su amo, siempre atento a su desempeño, le dio un buen palazo. Ese dolor inesperado fue una iluminación que disparó el pensamiento del burro. Para empezar el castigo había sido injusto pues la caída no era resultado de una falta de empeño. Pero, además, y sobre todo, ¿no era su vida insatisfactoria y reiterativa? ¿no habrían otras vidas más felices? Hasta ahora había estado contento pero solo porque no pensaba. Entonces comenzó a preguntarse sobre lo que realmente quería.
Todas estas ideas que no cesaban de cruzarse por su cabeza hicieron que su paso no fuera tan regular como antes. Ahora vacilaba. Por momentos estaba como ausente y se detenía sin darse cuenta. Entonces venían los palos. No obstante estos castigos no lo regresaron a la satisfacción ni a la regularidad sino que lo hicieron más pensativo y añorante. En las noches comenzó a soñar. Su sueño favorito era cuando se imaginaba con una manada de burros en un prado silvestre corriendo sin dirección pero con placer. Se levantaba malhumorado y en el día la jornada de trabajo se le hacía cada vez más larga y tediosa. Ya no estaba contento. Algo estaba esperando pero el problema era que no sabía lo que quería.
Entre tanta incertidumbre comenzó a sentir añoranza de esos días pasados donde el trabajo agotaba sus energías. Eso de pensar y soñar resultaba una maldición. Viéndolo bien no le había traído nada bueno. Estaba cansado y por más que pensaba no lograba imaginar lo que deseaba. Entonces se le ocurrió que si disminuía su ritmo de trabajo le habrían de pegar más y más; tanto que no le quedaría sino caminar ligero hasta olvidarse de todo lo que le había pasado y volver a ser el de antes. En consecuencia, un día soleado decidió no seguir empujando la noria. Su dueño se le acercó pensando que estaba enfermo. Pero cuando se dio cuenta que estaba sano lo molió a palos. Entonces, el burro confirmó que su mayor anhelo era evitar el dolor de manera que comenzó a moverse rítmicamente, con el contento de antes.














http://gonzaloportocarrero.blogsome.com/2006/08/10/el-burro-y-la-noria/

sábado, 22 de junio de 2013

El maíz “resiste” el cambio climático

El maíz “resiste” el cambio climático - Noticias de Villa Maria - El Diario del Centro del País Online - Villa Maria, Cordoba, Argentina

El maíz es uno de los pilares de la alimentación humana. Los avances tecnológicos han permitido alcanzar los altos rendimientos actuales que ofrece el cultivo y a la vez una gran estabilidad productiva frente a las diferentes adversidades. Ahora, los científicos especializados en este grano están empeñados en estudiar su comportamiento frente a los cambios que registra el clima en el planeta. Uno de ellos es la elevación de las temperaturas medias que pone en riesgo la seguridad alimentaria.
En el taller de maíz que se realizó en Córdoba hace pocos días, organizado por Nidera Semillas, uno de los temas centrales fue, precisamente, el efecto de las altas temperaturas en la productividad del maíz. Rodrigo Bosch, gerente del Servicio Técnico de Nidera en el norte de Córdoba y el NOA, comentó que hace ya dos años que vienen trabajando sobre el tema. “En la actualidad, la estabilidad que le vemos a las siembras tardías en maíz está más influenciada por la baja temperatura media en floración que por la lluvia en ese período, que por otra parte, en los últimos años fue inexistente”, apuntó.
Sobre esa hipótesis, el equipo de Nidera comenzó a trabajar en el seguimiento de los cultivos en la región y a intercambiar datos con Gustavo Maddonni, quien hace tiempo venía estudiando el tema a nivel de laboratorio, aportando conocimiento científico a las conclusiones surgidas a campo.
En el taller de maíz fue justamente Maddonni el encargado de presentar los resultados de un trabajo desarrollado por investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA y que es parte del programa que llevan adelante desde hace cuatro años en conjunto con la Universidad de Lleida, de España, y del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (Cimmyt) que tiene sede en México.
El objetivo del trabajo presentado por Maddoni fue comparar la respuesta de la producción de biomasa, el rendimiento y la calidad del grano en híbridos de maíz de distinto origen (tropical, templado, tropical x templado) y destino final de la producción (flint, pisingallo, granífero), ante la incidencia de golpes de calor en distintas etapas del ciclo del cultivo (previo al período crítico, durante el período crítico y en distintos momentos del llenado efectivo de los granos).
“El estrés térmico, que se puede definir como aquella elevación de la temperatura que produce un daño en el cultivo -explicó el especialista- se presenta con mayor frecuencia en los últimos años y en muchos casos es la causa de las diferencias de rendimiento que encontramos entre años o entre lotes o entre zonas, aún teniendo una buena oferta de agua”.
“Al tratarse de un cultivo de verano -agregó- dentro de un cierto rango las temperaturas más altas lo pueden favorecer, pero cuando hablamos de estrés se trata de temperaturas que pueden afectar al maíz de distinta forma, según la etapa en la que se encuentra el cultivo”. 
El trabajo también permitió determinar que cuando el golpe de calor ocurre durante el llenado afecta al peso de los granos, que quedarán más livianos, y la composición de los mismos, que tendrán un menor porcentaje de aceite y una mayor concentración de proteína.   
Otro aspecto que analizaron los técnicos fue si existe algún comportamiento diferencial entre los híbridos y encontraron que los de origen templado son más sensibles al golpe de calor que los tropicales.

lunes, 10 de junio de 2013

La serpiente y la luciérnaga

Cuenta una fábula que en cierta ocasión una serpiente empezó a perseguir a una luciérnaga; ésta huía muy rápido y llena de miedo de la feroz depredadora, pero la serpiente no pensaba desistir en su intento de alcanzarla. 

La luciérnaga pudo huir durante el primer día, pero la serpiente no desistía, dos días y nada, al tercer día, ya sin fuerzas, la luciérnaga detuvo su agitado vuelo y le dijo a la serpiente: ¿Puedo hacerte tres preguntas?

No acostumbro conceder deseos  a nadie, pero como te voy a devorar, puedes preguntar, respondió la serpiente.

Entonces dime: ¿pertenezco a tu cadena alimenticia? ¡no!, contestó la serpiente.


¿yo te hice algún mal?

¡no!, volvió a responder su cazadora

Entonces, ¿por qué quieres acabar conmigo?


¡Porque no soporto verte brillar!, fue la última respuesta de la serpiente.


Muchos de nosotros nos hemos visto envueltos en situaciones donde nos preguntamos:

¿Por qué me pasa esto si yo no he hecho nada malo?

Sencillo... porque hay algunos (as) que no soportan verte brillar.


La envidia es uno de los peores sentimientos que podemos tener. 

El hecho de que envidien tus logros, tu éxito, etc., ¡que envidien verte brillar! te va a afectar en más de una ocasión, pero cuando esto pase, ¡no dejes de brillar!
Continúa siento tú mismo (a), sigue dando lo mejor de ti, sigue haciendo lo mejor, no permitas que te lastimen, no permitas que te hieran...

¡Sigue brillando y no podrán tocarte!, porque tu luz seguirá intacta, porque siempre habrá quien te apoye, porque tu hella permanecerá, porque el recuerdo de lo que fuiste e hiciste quedará, ¡pase lo que pase!


AUTOR DESCONOCIDO